jueves, 6 de noviembre de 2014

Lo que la crisis consume

El consumo se estanca, por no decir que disminuye. El crédito a pymes, a pesar de la multitud de anuncios que lanzan los bancos, sigue siendo inalcanzable y complicado. Las ayudas públicas, si llegan, llegan tarde y con unos requisitos que, en ocasiones, hacen que ni tan siquiera merezcan la pena; cumpliendo así el famoso refrán: "al final sale más caro el collar que el perro".

Sube la luz, el agua, los impuestos, las tasas de basura, el pan... Sube todo. Y el poder adquisitivo de las familias es cada vez menor.



Unas condiciones laborales pésimas, con contratos de media jornada, pero trabajando jornada completa, y sueldos que no son acordes ni con la media jornada. Eso si tienes la "suerte" de tener contrato, con independencia de que este refleje tu categoría laboral, el trabajo que desempeñas y las horas que inviertes.

(Un contrato así, a día de hoy, es una ilusión, como la de encontrarse un unicornio por el pinar de Aljaraque. Y sí, lo sé, es muy triste)

A lo que iba, con un panorama tan gris, casi negro, existen muchos valientes que se arriesgan e invierten lo que tienen en montar un negocio. Esos autónomos, en la mayoría de los casos, que no tienen derecho a caer enfermos y, si nos descuidamos, ni a quedarse sin empleo o jubilarse.

Esos valientes que necesitan para perdurar que se incentive el consumo y que dejen de tomarse medidas de racionamiento que les permitan continuar con su actividad.



Y no sería tan difícil aumentar el poder adquisitivo de las familias, es más, no hace falta aumentarlo. Con medidas sencillas, como establecer un precio para la luz y el agua razonable (aunque ello requiera una inversión o intervención pública que muchos llaman a gritos), las familias aumentarían su capacidad de consumo que recaería en los negocios de estos valientes que apuestan por emprender para vivir.

No se trata de recortar, eso no soluciona la crisis. Y no hace falta hacer muchos estudios, solo hay que preguntar a los vecinos y a los compañeros de facultad que han decidido dejar España sin billete de vuelta.

Se trata de invertir, invertir correctamente en servicios públicos. Y, aunque esto pueda levantar ampollas, quien quiera hacer uso de servicios privados (educación, transporte o sanidad) que lo haga, está en su derecho. Pero que estos servicios privados dejen de recibir dinero público, que merma la calidad de aquellos que sí son públicos e imprescindibles.

Hay muchas áreas en las que se puede "recortar" sin que afecte al bienestar social de la población, pero esas áreas no pueden ser nunca educación ni sanidad.

Todo "recorte" o "medida recaudatoria" que afecta directamente al ciudadano, disminuye la capacidad de gasto, de consumir; y sin consumo, aumenta la crisis, y serán más los valientes que vean cómo acaban sus ilusiones detrás de una puerta cerrada con un se alquila adherido.

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